lunes, 11 de febrero de 2008

Establecimientos del pasado

Os comento algunos ejemplos de establecimientos que han sabido mantener a lo largo de los años su aspecto original, anteponiendo esta imagen a las novedades técnicas. Prácticmente un a utopía en estos tiempos. En estos locales podemos ver la distribución y decoración original.
Relación de Establecimientos:
Caramelos Paco: C/ Toledo 55. Madrid 28005.
La Violeta-Bombonería: C/ Plaza de Canalejas 6. Madrid 28014.
Atilano Domingo-Churrería: C/ Embajadores 76. Madrid 28012.
Deleuze Isasi: Farmacia: C/ San Bernardo 39. Madrid 28013.
Vallejo: Peluquería: C/ Santa Isabel 22. Madrid 28012.
Lhardy: Restaurante: Carrera de San Jerónimo 8. Madrid 28014.

CARAMELOS PACO
En 1939, tras el fin de la Guerra Civil Española, Francisco Moreno, fundador de Caramelos Paco, decidió hacer de los caramelos su producto estrella. Él mismo los fabricaba en la trastienda, usando la imaginación para conseguir sabores y formas nuevas.
Hoy en día mantiene la misma distribución que en el año 39, y siguen siendo pioneros en la búsqueda de nuevos sabores artesanos, como sus conocidos caramelos de carajillo condensado.

LA VIOLETAEste establecimiento se inauguró en 1915. Se trata de una tienda pequeña pero elegante situada en una calle que acababa de renovar su fisonomía. En los bajos de uno de los sofisticados edificios que se construyeron se abrió esta bombonería que exhibía en sus vitrinas botes de caramelos, bombones y frutas en almíbar.
Desde sus comienzos los caramelos predilectos de la tienda fueron las violetas, con la forma y el color de la flor. La Violeta mantiene hoy en día la fachada original de madera y se conserva la tradición en cada detalle.

ATILANO DOMINGO
Esta churrería se abrió en 1903, como cafetín donde además se preparaban churros. Se trataba de uno de esos establecimientos que en esos tiempos difíciles en que faltaban materias primas, se ofrecía café de segunda mano a bajo precio, elaborado con los posos de café de cafeterías de primera como el Café Gijón o San Millán. Hoy en día el café es de buena calidad, pero lo que continúa siendo excelente son sus churros y porras artesanas. Y el nombre no puede ser más adecuado: Atilano es el patrón del gremio de los churreros.

DELEUZE ISASI
A simple vista al entrar en esta farmacia bicentenaria, da la impresión de que lo único que ha cambiado en todo este tiempo es la máquina registradora. En sus comienzos podían encontrarse a los hombres de ciencia en la rebotica mezclando sus hierbas y ungüentos.
Tiene una decoración de estilo barroco que hace que se asemeje más a una estancia palaciega que a una botica. La familia Deleuze, actual propietaria, compró la farmacia en 1947 muy deteriorada, y la restauró para recuperar su decoración original.

VALLEJO
Vallejo fue una de las peluquerías más conocidas de principios de siglo. Hasta 30 tijeras y cuchillas eran empuñadas simultáneamente en un salón siempre lleno de clientes. Acudieron a Vallejo personajes ilustres como Ramón y Cajal o Gregorio Marañón. Es curioso conocer que Basilio Vallejo instauró el día del cliente, en el que éste era obsequiado con masaje, copa de licor y puro.
El regente del negocio hoy en día es el hijo de Basilio Vallejo, que mantiene al máximo su aspecto original, así como un gran número de recuerdos. Su fachada de 1914 en cerámica decorada, hoy conservada, se ha declarado de interés histórico artístico.

LHARDY
Se trata sin duda de uno de los restaurantes con más historia de nuestra ciudad. Lhardy se inauguró en 1839 como pastelería con Emile Huguenin a la cabeza. Pocos meses después de su apertura se amplió el negocio a restaurante. Se sabe que incluso Isabel II se escapaba de palacio para acudir a este local lleno de historia. En Lhardy podía degustarse posiblemente la mejor gastronomía de la época, pero además su ambiente cortesano y su decoración digna de una residencia real, hacían del local un punto de referencia para la aristocracia de la época.
Lhardy fue el primer restaurante de lujo de Madrid. La fachada fue diseñada por Rafael Guerrero, padre de María Guerrero hacia 1880. Se realizó con madera de caoba traída directamente de Cuba. Tanto la fachada como el resto del local se mantienen intactas a pesar del paso del tiempo. Hoy en día sigue siendo típico degustar una taza de caldo en Lhardy, tradición antigua que aún se conserva.

Fuente:Madridonline

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